Enrique González Mellén (1876-1936)
El sábado 18 de marzo de 2017, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, abrió la causa de canonización de 56 mártires de la Guerra Civil Española. Entre ellos, se encuentra quien fue miembro de la Congregación San Pedro, don Enrique González Mellén.
Nació en Becerril de Campos (Palencia) el 30 de agosto de 1876, y murió fusilado el 21 de julio de 1936 junto al «Ateneo Libertario de Ventas», junto a la antigua Carretera de Aragón a la altura del «Puente de las Ventas del Espíritu Santo» (donde hoy están las cocheras del metro de la Calle Alcalá).
Hijo de Casto y Catalina, vivían en la calle Fourquet, 6. Fue bautizado en la Parroquia de San Lorenzo el 18 de septiembre de 1876. Confirmado en la parroquia de Santa Marina, de Palencia, el 18 de julio de 1885. Tenía dos hermanos Emilio y Julia. Él era el mayor.
Estudió en el Seminario de Palencia, excepto los dos últimos cursos, que los realizó en Madrid. Era vocación tardía. Estuvo en la guerra de Cuba siendo seminarista. Con vistas a la ordenación sacerdotal el obispo le concede la dispensa de irregularidad «ad cautelam», pues había hecho uso de arma de fuego en la guerra de Cuba. Allí le propusieron una novia. Él dijo que quería ser sacerdote.
Fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1904 en Madrid. En 1905 sirve como coadjutor en la parroquia de Santa María Magdalena de Ciempozuelos. En 1909 es nombrado cura ecónomo de Robredillo de la Jara, pero solicita su revocación por no encontrarse en condiciones para atender esa parroquia. El 5 de marzo de 1910 ya está de párroco en la Moraleja de Enmedio. El 12 de mayo de 1912 pasa como párroco a Humanes; desde el 5 de octubre de 1913, como coadjutor a la parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, aunque el templo se inaugura el 14 de junio de 1915, por el obispo monseñor José María Salvador y Barrera.
Vivía con su cuñado Adrián Huarte y su esposa Julia González Mellén. Julia vivió con D. Enrique en algunas etapas de su vida. Su cuñado era médico de prisiones en la cárcel Modelo de Madrid. Vivía en la parroquia los días que tenía guardia, en un piso muy pequeño.
Testimonio de D. Álvaro Bielsa Díaz-Caneja, de 90 años, ya con salud delicada: «El domingo 19 de julio al salir de misa éramos registrados, incluso los niños (yo tenía entonces 11 años) y por la tarde, desde la casa donde vivíamos, hoy número 213 de Alcalá, pudimos ver ardiendo la torre de la Iglesia».
El 19 de julio el templo fue pasto de las llamas. Al día siguiente, D. Enrique vino a ver el estado de la iglesia. Lo delató el limpiabotas a los milicianos diciéndoles: «Ese señor es el párroco», (era coadjutor). Lo apresaron y lo hicieron subir a la camioneta.
Al día siguiente lo fusilaron en la Carretera de Aragón el día 21 de julio de 1936.
Fue enterrado en el cementerio de Canillas. Después con el consentimiento de la familia fue llevado al Valle de los Caídos.
Los mismos que le dieron muerte dijeron: «Este señor es un idiota. Nos ha dicho: “SÉ LO QUE VAIS A HACER CONMIGO, PERO YO OS PERDONO”».
Su sobrino, D. Adrián Huarte González, de 89 años, aún guarda el reloj de bolsillo de su tío. Reloj que fue dañado por los disparos, marcando en ese momento las 8:10 horas de la mañana. También conserva el cáliz y la patena con el que su tío celebraba la Eucaristía, y que actualmente ha donado a la Parroquia Nuestra Señora de Covadonga, donde se conserva.