Renovación de la Capilla de la Residencia Sacerdotal San Pedro
Entre los eventos con los que la Congregación quiere conmemorar los cuatrocientos años de su fundación, la junta directiva recogió las propuestas y peticiones de bastantes congregantes que reclamaban una mejora para la capilla de la residencia sacerdotal. La capilla, situada en la planta baja del edificio, adyacente al templo parroquial, ha sufrido el paso de los años y el añadido, elemento tras elemento, de múltiples parches que, haciendo por el calor de la oración un lugar significativo para todos, no reflejaba la belleza de la misma ni la vida que tiene.
Por eso, hemos acometido una reforma completa, que busca una mayor accesibilidad del oratorio, sin escalones, con mejoras en la acústica (como el bucle magnético y un falso techo de madera), mayor comodidad en los bancos, etc. Además, se han renovado totalmente la instalación eléctrica y la iluminación, la calefacción, se ha cambiado el suelo por uno más moderno y uniforme, en armonía con el techo y el color de las paredes, que se han repintado. También se ha seguido el mismo proceso en la sacristía, para que tenga una lógica uniformidad el espacio dedicado a la oración. Era conveniente, en esta renovación, eliminar el coro, que tenía un mínimo uso, más como trastero y en puntuales celebraciones, y crear una sensación de espacio mayor en la capilla. Así despejábamos también la parte de atrás de la capilla, con la antigua sillería. La vidriera del Corazón de Jesús que estaba en el presbiterio, es rescatada y será situada en la escalera de bajada al recibidor, a la vista de todos. Igualmente se cambia la ornamentación litúrgica: altar, ambón, sede, cruz, sagrario, etc. Estos elementos no se han perdido, sino que se han reciclado en la capilla que se ha habilitado en el segundo piso, en el que se han puesto unas grandes puertas de cristal que hacen de esta zona un lugar cómodo y luminoso para rezar y celebrar misa diaria. De esta forma, lo que no estaba en condiciones se tira, lo que sí estaba se reutiliza de forma sostenible y razonable. Todo este trabajo, con su consiguiente gasto, solamente busca una mejora para beneficio de todos los residentes, personal de la casa, congregantes, y cualquiera que la visite, hoy o mañana. Se hace un esfuerzo grande por parte de todos también pensando en mejorar las instalaciones para todos.
No contentos con todo esto, hemos visto conveniente hacer de la capilla de la residencia una aportación al arte litúrgico de la diócesis, que mejorara los lugares celebrativos y la espiritualidad del lugar, en función de quiénes celebran en ella la eucaristía cada día, y en ella pasan horas en oración. Una vida escondida, retirada, como la de nuestros sacerdotes mayores, no ha de ser una vida oscura. La vida de los sacerdotes jubilados puede haber perdido actividad, fuerzas, pero no ha perdido luz, sigue coloreando la vida de la Iglesia, aunque de otra forma distinta. Los colores, como la luz, han ido mostrando el misterio de la Iglesia como cada uno de ellos ha sido en su ministerio. Ellos han dado y recibido luz. Pero, además, la luz es una confesión de fe de lo que nos espera, de lo que ya se acerca, el lugar “del consuelo, de la luz y de la paz”. Podemos adentrarnos ya en ese misterio, después de haberlo anunciado durante toda la vida, aquí empezamos a entrar en él por lo que vemos, en camino hacia la plenitud de la luz.
Por eso, un artista decorará la capilla desde una perspectiva sacerdotal: la historia de la salvación es la historia de un sacerdocio, nuevo y eterno en Jesucristo, participado sacramentalmente en nosotros. La creación, el pecado, la nueva alianza… la “feliz culpa que mereció tal redentor” y que nos abre las puertas de acceso a la eternidad, donde vive para siempre resucitado Cristo, el sumo pontífice de los bienes eternos, se descubren en la capilla como memoria de salvación hoy, que los sacerdotes jubilados siguen ofreciendo para la salvación del mundo. A quien entre en la capilla de la residencia, la decoración le hablará de la victoria de Jesucristo, de sacerdotes, de vida entregada, de luz y color. La apuesta por un estilo antiguo y nuevo nos recordará una existencia de cuatrocientos años, pero viviendo el presente con intensidad, como lo único que tenemos. O, al menos, eso es lo que buscamos.
Esperamos que cuando, dentro de un mes o dos concluyan las obras, todos podamos entrar en la capilla y hacer memoria agradecida del sacerdocio recibido, que nuestros hermanos en la residencia viven de una forma escondida, pero muy luminosa.