Fiesta de la Cátedra de San Pedro
Cada 22 de febrero la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Una fiesta cuyo título, interpretado literalmente, puede parecernos extraño, pues ¿acaso estamos rindiendo honores a una silla, aunque fuera la silla de san Pedro? Esto de la «cátedra» tiene mucha más miga de lo que parece, veámoslo.
Una «cátedra» es la silla que simboliza el ministerio del obispo, el lugar desde el cual gobierna y enseña, y de ella coge su nombre la «Catedral», el lugar donde está la cátedra. La cátedra no es de un obispo concreto, sino de su ministerio. Así pues, al celebrar la «Cátedra de San Pedro» la Iglesia está celebran el ministerio de San Pedro, es decir del Papa, y no de uno concreto, sino de todos, Pedro y sus sucesores. Es la fiesta del ministerio petrino o del papado: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (cf. Mt 16, 18-19)
La cátedra (o «trono», «silla» o «sede») de Pedro es, pues, símbolo del ministerio del Papa, pero tiene otro significado que descubrimos solo cuando nos preguntamos por el origen de esta fiesta: ¿dónde y cuándo surge?
La fecha
Resulta que esta fiesta ya se celebraba en la Iglesia, mínimo, desde el siglo el siglo IV, tal y como atestigua el cronógrafo del 354 (conocido como calendario de Filócalo, el calendario cristiano más antiguo que se conoce). Este escrito da testimonio de que estamos ante una fiesta propia de la Roma antigua y recién acabadas las persecuciones. Con este dato, es lógico que nos preguntemos si -como sucedió con alguna otra fiesta- esta celebración surge al cristianizar alguna costumbre pagana. Y, efectivamente, resulta que así es.
En el mundo romano febrero era el último mes del año, y durante sus últimos días (del día 13 al 22 según nuestros calendarios actuales) se recordaba a los familiares difuntos y se visitaban sus tumbas, celebrando en ellas algunos ritos. Eran las fiestas conocidas como las parentalia.
Los cristianos romanos no eran ajenos a esta costumbre y también visitaban a sus difuntos en estas fechas, pero no se limitaban a los familiares, sino que también rendían honores a las tumbas de sus «padres en la fe»: las tumbas de Pedro en la colina vaticana y la de Pablo en la Via Ostiense.
No se tarda mucho en oficializar la conmemoración fúnebre de Pedro el 22 de febrero como una fiesta que celebraban todos los cristianos de Roma en honor de su fundador.
La silla
En las parentalia era costumbre celebrar banquetes funerarios cerca de las tumbas familiares, durante los cuales se hacían ofrendas de alimentos y bebidas al difunto, y colocando una silla vacía entre los comensales en su honor. Los cristianos de Roma o de costumbres romanas también hacían estos ritos pero, poco a poco, fue sustituyéndose ese banquete por la Eucaristía, el Banquete con mayúsculas.
Así pues, la Cátedra de San Pedro, que hoy representa al «ministerio petrino» (la sede de Pedro y sus sucesores, desde donde ejercen su ministerio), también nos recuerda la celebración de su muerte en aquella especie de «día de los difuntos» que había en Roma en los primeros siglos de la Iglesia.
Cuando se fijó la fiesta conjunta de san Pedro y san Pablo para el 29 de junio como evangelizadores de Roma, el 22 de febrero quedó como el día en que se celebra la promoción del pescador de Galilea al ministerio de Pastor de la Iglesia y la tarea que conlleva también en sus sucesores: confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe.
Las reliquias
Una tradición piadosa veneraba a una sencilla silla de madera como la sede o cátedra en donde se habría sentado el apóstol. Esa silla se conserva en la Basílica de San Pedro, en un imponente altar (1666, Bernini) coronado con un vitral del Espíritu Santo. Pero, en realidad, la silla que se conserva en ese impresionante e inmenso relicario es el trono que Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno, regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Durante muchos años esa misma silla fue la que utilizaba el papa (y sus sucesores) durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.
Hay tradiciones que dicen que alguna de las partes de esa silla son de la época de san Pedro, pero los análisis efectuados entre los años 1968 y 1974 muestran que se trata de una sola silla cuyas partes más antiguas podían remontarse como mucho al siglo VI.
Cada 22 de febrero, el monumental altar que acoge la Cátedra de San Pedro es iluminado con con docenas de velas para significar la unidad de la Iglesia fundada sobre este Apóstol.